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Ignacio Belzunce Manterola: una vida de Fe, servicio y pasión

Ignacio Belzunce Manterola, sacerdote numerario del Opus Dei, ingeniero industrial y apasionado deportista, falleció el 2 de enero de 2025 en Madrid a los 54 años. Su muerte se produjo tras no superar las heridas provocadas por un grave accidente de bicicleta ocurrido el día de Navidad, que le causó un traumatismo craneoencefálico (fuente).

Una Vida al Servicio de los Demás

Ignacio Belzunce dedicó 23 años como capellán en colegios de Fomento en Madrid, siendo guía espiritual y mentor de miles de estudiantes y sus familias. “Su disponibilidad para los jóvenes y sus familias fue todo un ejemplo,” recuerda Pedro García Alonso, amigo cercano de Ignacio y profesor de la Facultad de Ciencias de la Información. Pedro también destacó su cercanía y calidez humana como rasgos distintivos.

Desde septiembre de 2024, Ignacio ejercía como capellán en el Colegio Orvalle, donde su labor pastoral impactó profundamente en la comunidad educativa. Sus palabras y acciones dejaron una huella imborrable, consolidándolo como una figura de referencia y un pilar para muchas familias (fuente).

Un hombre apasionado por el deporte

Antes de su vocación sacerdotal, Ignacio se graduó como ingeniero industrial en Tecnun, Universidad de Navarra, en San Sebastián. Esta formación, combinada con su fe y pasión por el deporte, especialmente el ciclismo, le permitió conectar con personas de diversos ámbitos (fuente).

Conocido por su amor a la montaña y al ciclismo, Ignacio Belzunce era primo del legendario ciclista Miguel Indurain. Su entusiasmo por el deporte no solo fue un pasatiempo, sino también una fuente de inspiración espiritual para quienes le rodeaban. En palabras de uno de sus amigos cercanos, “Ignacio hacía del deporte una forma de transmitir la gracia divina. Su perseverancia era un reflejo de su fe.”

Reflexiones de Amigos y Familiares

La noticia de su fallecimiento ha generado numerosas muestras de afecto y reconocimiento. “Fue un ejemplo de persona, de ingeniero, de cura, de deportista y de amigo,” señaló Pedro García Alonso, quien compartió inolvidables momentos con Ignacio desde su juventud.

Otro amigo cercano expresó: “Ignacio siempre encontraba la manera de unirnos, de llevarnos a la cima en todos los sentidos, tanto en lo deportivo como en lo espiritual.” Sus familiares, amigos y estudiantes lo describen como un hombre sencillo, alegre y profundamente humano, cuya vida fue un testimonio de entrega, fe y amor por los demás.

El velatorio de Ignacio Belzunce se llevará a cabo en Madrid, donde familiares, amigos y fieles podrán despedirse de quien fue un modelo de sacerdote, deportista y amigo (fuente).

Su Legado

La vida de Ignacio Belzunce Manterola nos deja una enseñanza clara: el servicio a los demás, combinado con pasión y fe, transforma vidas. Su legado perdura en las comunidades que tocó y en los corazones que inspiró. Descanse en paz, Ignacio, sabiendo que su ejemplo sigue pedaleando en la memoria de quienes le conocieron.

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