Urbi et orbi del Papa Francisco 2020
El papa Francisco impartió, este viernes, la bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad y al mundo) en una histórica homilía en la plaza de San Pedro. Una plaza que lució completamente vacía por la cuarentena obligatoria que ha provocado la crisis del COVID-19.
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, esta tarde tu Palabra nos interpela se dirige a todos.
1. JUNTOS.
En esta barca, estamos todos. Como Los discípulos, que con angustia dicen: “perecemos”, también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino solo juntos
2. QUÉ NOS IMPORTA. Entre nosotros, en nuestras familias, lo que más duele es cuando escuchamos decir: “¿Es que no te importo?”, que lastima el corazón
3. LE IMPORTAMOS A DIOS. También habrá sacudido a Jesús, porque a Él le importamos más que a nadie. De hecho, invocado, salva a sus discípulos desconfiados
4. DÉBILES. La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad. Deja al descubierto las falsas y superfluas seguridades de nuestras agendas, proyectos, rutinas y prioridades
5. FALSOS VALORES. Habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad. Pone al descubierto todos los intentos de encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos.
6. FALSO “BIENESTAR” y “PROGRESO”. Nos anestesiamos con rutinas aparentemente “salvadoras”. Incapaces de apelar a nuestras raíces y de evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria frente a la adversidad.
7. EGOÍSMO y POSTUREO. Con la tempestad, se nos cayó el maquillaje de los estereotipos con que disfrazábamos nuestros egos, siempre pretenciosos, queriendo aparentar.
8. SOMOS HERMANOS. Dejó al descubierto, una vez más, esa bendita pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos.
9. MATERIALISMO. En nuestro mundo, que Tú amas más que nosotros, hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa.
10. GUERRAS, POBREZA, PLANETA.
No nos hemos detenido ni despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo.
11. PREPOTENCIA e INDIFERENCIA. Hemos continuado imperturbables, pensando mantenernos siempre sanos, en un mundo enfermo.
12. FUERA TONTERÍAS. Elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa. Separar lo que es necesario, de lo que no lo es.
13. HÉROES. Podemos mirar a tantos compañeros, ejemplares, reaccionando dando la propia vida. Es la fuerza del Espíritu con entrega valiente y generosa.
14. DISCRETOS. No aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas, pero están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas, y tantos y tantos otros, que comprendieron que nadie se salva solo
15. RESPONSABILIDAD.
Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos.
16. LOS DEMÁS Y DIOS. Restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás. Ahora, en mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor”. «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, nos diriges una llamada a la fe, que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti.
17. CAMBIAR. En esta Cuaresma resuena tu llamada urgente: “Convertíos”, «volved a mí de todo corazón» (un tiempo de prueba, como un momento de elección)
18. SERVIR. La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras. No somos autosuficientes; solos, nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas.
19. DIOS. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza. Como los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo.
20. APOYO. Despertar y a activar esa solidaridad y esperanza, capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas, donde todo parece naufragar
21. VALOR DEL SUFRIMIENTO.
El Señor nos interpela desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclama. No apaguemos la esperanza. Abrazar su Cruz, es animarse a abrazar todas las contrariedades
22. HUMILDES. Abandonar por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión, por nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad
23. FE EN DIOS. Abrazad al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza. «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?»
24. CON LA VIRGEN. Me gustaría confiaros a todos al Señor, a través de la intercesión de la Virgen, salud de su pueblo.
25. DIOS OS BENDIGA. Descienda sobre vosotros, como un abrazo, la bendición de Dios. Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Nos repites de nuevo: «No tengáis miedo». Y nosotros, con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque Tú nos cuidas”.
Homilía (urbi et orbi) completa aquí
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