Playas parceladas y botellones clandestinos en tiempos de pandemia
Lo que está dando de sí o de no, según se contemple, este nuevo ambiente de la “Nueva Normalidad” en España, son aspectos sorprendentes y bastante contradictorios.
Mientras advertimos, con bastante preocupación, las largas colas de autos escapando de la pandemia citadina, empezamos a comprender que el sentido de la responsabilidad individual y colectiva, no es fácil de cumplir.
Quien más y quien menos atiende la llamada para colgarse la mascarilla, lavarse las manos y evitar en lo posible las reuniones familiares o de amigos en terracita.
Pero no somos capaces de imaginar cómo se va a organizar la entrada a las playas parceladas, en metros cuadrados asignados por cita previa y teniendo que esperar en el paseo marítimo hasta que te llegue el turno.
¿O habrá que madrugar para tener alguna opción de baño marino?
Así que, además de sufrir la usurpación de la costa con las playitas privadas de las urbanizaciones tradicionales, ahora tendremos que soportar que nos asignen un lugar donde colocar nuestra sombrilla y nuestra toalla. ¡Vamos, como en la terraza de nuestro apartamento de la ciudad!
No queremos ni pensar en la cantidad de discusiones y controversias entre los sufridores a la espera de espacio y los vigilantes o controladores de las playas, cuya misión es distribuir a los recién llegados en algún lugar soportable.
Confiaremos en la benevolencia y sentido común de estos nuevos profesionales del acomodo playil, para solucionar los cientos o miles de casos particulares en toda la costa.
Y confiamos, también, en que este problema se resuelva con más acierto que el de los botellones clandestinos, en los que la gente campa a su aire y sin las distancias prescritas, para celebrar cualquier fiesta de cumpleaños o de un patrón o una patrona a la que homenajear colectivamente y sin ningún rubor ni cautela sanitaria.
En los noticieros de las televisiones y en los medios de comunicación, incluidas las redes sociales, hemos contemplado con asombro y bastante indignación macrobotellones en barrios y hasta en los campos aledaños a pueblos y ciudades, todos festejantes y la mayoría sin mascarillas. Hay casos en los que la propia autoridad local, léase alcaldes y concejales, participan alegremente en el jolgorio sin las más elementales medidas de precaución.
Así las cosas, con playas “abarrotadas” y sin las más mínimas cautelas, o con botellones sorpresivos en cualquier pueblo o barrio de las ciudades, estamos seguros de que los rebrotes del coronavirus no cejarán de asaltarnos.
¡Con todo un verano por delante y muchos irresponsables por detrás!
Ojalá nos equivoquemos y el curso o deriva de los acontecimientos nos contradigan y sepamos sortear una amenaza inminente, para el otoño próximo.
¡Hale, coja su auto y su nevera portátil, y acompáñenos a cualquiera de estas dos opciones: una playita coqueta y bien organizada o un rincón cercano a un río o un lago interior, junto al que montar el jaleo de un botellón como Dios manda!
Allí nos vemos, con suerte y con mascarilla, of course.
Luis-Lorenzo, ciudadano en pre vacaciones dudosas.
Madrid, 27 de junio 2020
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