El laboratorio clínico:
Hoy en día, todo el mundo está hablando del nuevo tipo de coronavirus, una enfermedad infecciosa causada por el virus SARS-CoV-2. Que, a día de hoy, ha provocado más de 701.525 casos de contagio en el mundo y con más de 33.174 fallecidos, pero 141.916 curados. Estas cifras realmente llaman la atención, sobre todo cuando observamos la cifra de los curados de una patología descubierta apenas hace medio año (o unos meses) y sin ninguna vacuna efectiva todavía.
¿Cómo es posible esto?
¿Cómo es posible saber la causa de una enfermedad o infección de una forma rápida y sencilla (en cuestión de horas), y con poco margen de error? Y como consecuencias de ello, sabiendo quien o qué es el causante, nos resulta fácil actuar con la mejor medida posible, incluso, llegando a crear una vacuna.
El laboratorio clínico y su papel en la medicina moderna.
Hoy en día, para diagnosticar una infección es necesario observar los síntomas o hacer un análisis de laboratorio, que en cuestión de minutos u horas confirme el tipo de microorganismo que está causando el mal.
Antes, los métodos convencionales eran más lentos. Por ejemplo, en caso de forúnculos, la orina se vertía en el suelo y se observaba para ver si atraía a los insectos o no. Esto demuestra que la sofisticación de las técnicas de diagnóstico ha avanzado mucho y continúa desarrollándose a una velocidad vertiginosa.
El proceso de diagnosis guarda su origen en el período helenístico, destacando en esa época a Hipócrates. El hombre que promovió el uso de la mente y los sentidos como herramientas para diagnosticar enfermedades. Un principio que jugó un papel importante en su reputación como el “Padre de la Medicina”. Para obtener una imagen clara de la enfermedad, Hipócrates abogó por un protocolo de diagnóstico que incluía probar la orina del paciente, escuchar los pulmones, observar el color de la piel y otras apariencias externas.
La evolución en la historia clínica llegó con el siglo XVII, gracias a progresos como el descubrimiento de la circulación de la sangre por William Harvey. Y más tarde, la primera transfusión directa de sangre de un animal a otro por Richard Lower.
Aunque se considera que el siglo XVII fue la Edad de Oro de la medicina, el avance de los laboratorios durante este periodo fue más teórico que práctico. Pero dichas prácticas se siguen llevando a cabo hasta ahora. Por ejemplo, las pruebas de coagulación, que son un claro precursor de la práctica moderna de medición de laboratorio. O el trabajo de Stephen Hales, el cual se considera el precursor del esfigmomanómetro que se usa actualmente para medir la presión arterial.
Grandes hitos en la historia del laboratorio
Pocas personas han salvado más vidas que Louis Pasteur. En 1876, encontró la manera de crear vacunas en un laboratorio. El primer ensayo en humanos de una vacuna artificial fue otro hito. Tres años más tarde, Paul Ehrlich, un amante de las tinciones, descubrió los mastocitos y vio sus granulaciones utilizando una tinción básica. Su clasificación de los glóbulos blancos en diferentes tipos morfológicos (neutrófilos, basófilos y eosinófilos) hizo posible el camino para identificar muchas enfermedades de la sangre.
A principios del siglo XX, el laboratorio alcanzó la autoridad de la medicina al proporcionarle la capacidad de identificar y curar enfermedades. En 1900, surgieron numerosos tipos de laboratorios, lo que multiplicó el progreso clínico. El descubrimiento de la penicilina, por Alexander Fleming, inició la era de los antibióticos. Un antibiótico que revolucionó la medicina moderna y que se utilizó de forma masiva en la Segunda Guerra Mundial.
Karl Landsteiner, el Nobel que descubrió los grupos sanguíneos, usó su propia sangre y la de sus compañeros de laboratorio a la hora de llevar a cabo el experimento que le haría pasar a la historia, salvando muchísimas vidas. Su tipificación de los grupos sanguíneos y su compatibilidad no solo ha permitido que se puedan hacer transfusiones con total seguridad y una base científica; también que un montón de bebés con un factor RH distinto al de su madre, nazcan sanos.
La justicia también se ha visto beneficiada de esto gracias a los análisis periciales de los litigios de paternidad, o la resolución de casos criminales.
Para tener una idea de la importancia actual del laboratorio clínico en la práctica médica, basta conocer que hasta el 70% de los procedimientos en medicina se fundamenta en pruebas de diagnóstico. Siendo las relacionadas con el laboratorio clínico las de mayor peso. El hombre, para profundizar en el conocimiento de su organismo, ha requerido el uso de laboratorios cada vez más especializados.
Imagen de governortomwolf –
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