Doctrina de Género, por 119 Misarkía
Doctrina de Género: La diferencia entre la tolerancia y la doctrina, es la diferencia entre Regulación y Estructura de la Información.
En el ámbito normativo, hemos conseguido como sociedad en algunas partes del mundo, el logro fundamental de la tolerancia de no perseguir o sancionar a nadie por motivos de identidad sexual.
Por otro lado, en lo referente a la Estructura de la Información, en muchos de aquellos países que han alcanzado esa tolerancia, está abusivamente representado el discurso del Género, que se presenta en un bombardeo constante insoportable.
La ideología de “género”, es un convenio basado en la Construcción Social entorno a identidades sexuales.
Respecto a la identidad sexual, como toda identidad, se construye en base a las condiciones materiales, o fisiológicas (pudiendo ser por negación de las mismas) y en otra gran medida simbólicamente, llegando a establecerse hoy día como Doctrina.
Es muy posible que, derivado de esta doctrina constante, -en especial la población infantojuvenil, por ser la más vulnerable en términos de estar definiendo su personalidad-, estemos llevando a la sociedad a un estado de alienación y fractura, no sólo ya intelectual o esquizofrénica, sino de la misma corporalidad, o esquizosómica.
Sin entrar en valorar si es una patología o no la fractura intelectual o la fractura y negación de la propia condición física, nos dedicaremos a contemplar los síntomas de esta última.
El síntoma más habitual, es la negación y la ruptura de la asimilación del sexo y los órganos reproductores del propio cuerpo.
En ocasiones, se llevan a cabo tratamientos químicos u operaciones, bajo la falsa etiqueta de “cambio de sexo” o, incluso, como se empieza a ver en algún que otro personaje raro “cambio de especie”.
En el primer caso, es ciertamente muy grave, porque a estas personas se las está asegurando que es posible cambiarse de sexo fisiológicamente mediante operaciones.
Hecho que es completamente falso.
Lo que se está produciendo realmente, es un ritual de cirujía clínica y prescripción hormonal, a través del cual la sociedad simbólicamente certifica que se ha producido un cambio de sexo.
La persona en cuestión, pasa a categorizarse como “transexual“.
Lo cierto, es que las personas que son engañadas a través de esta perversa afirmación -que es una gigantesca y descarada mentira, asumida por toda la sociedad- nunca llegan a cambiar de sexo realmente.
Crítica a la doctrina de género y su representación en la estructura de la información.
En ocasiones, pensamos que la vida es una pesadilla porque no conseguimos nuestros deseos, pero la vida puede ser incluso más cruel cuando te los concede, y te das cuenta de que aquello era un gigantesco fraude que no te ha servido para lo que tú pensabas y, lo que es peor, empiezas a ser consciente del esquizosoma y de que nada te puede proporcionar realmente un cambio de sexo auténtico.
En este punto, muchas personas necesitan asistencia psicológica o psiquiátrica y surgen trastornos graves en una proporción muy alta de sujetos de estos colectivos.
Es muy fácil decir que tienen problemas de integración y que hay que trabajar como sociedad para facilitar la misma del colectivo, mientras se ignora el terrible drama personal de la frustración de ciertas personas engañadas.
Es necesario dejar de embaucar en masa a las personas, prometiéndolas cosas que no son razonables y que no se pueden conseguir.
El color del cielo es azul, y los bosques son verdes.
La sabiduría no está en poder hacer que el cielo sea verde y los bosques azules, sino en aceptar la naturaleza de la existencia tan perfecta como es, y más aún si se trata de la de uno mismo.
Esto no significa que no tengamos que trabajar en el progreso, la ciencia o la tecnología, que son herramientas muy válidas y poderosas.
Significa que hay que tener sabiduría para emplearlas.
Significa que no podemos mentir a la gente y estructurar un debate público de manera perversa para facturar a los pueblos y a los sujetos.
Pero sobre todo, significa que al fin y al cabo, cada uno es libre de hacer lo que le dé la gana y, por encima de análisis críticos, si nuestras identidades políticas, religiosas, étnicas, de género o de cualquier otro tipo… Si no fueran armas arrojadizas para socavar la convivencia, no existiría un control ideológico perjudicial para nadie y, seguramente, no existiría la alienación esquizofrénica ni esquizosómica.