
Las recientes movilizaciones sociales por parte de la derecha política española, traen consigo un manto nostálgico, repleto de componentes simbólicos de los años cincuenta; que hacen pensar que hayamos retrocedido a aquella década.
La derecha española inicia movilizaciones sociales contra el Gobierno.
Por si acaso, quizás convenga revisar las coincidencias y conexiones aparentemente casuales -o quizás premeditadas- por los responsables políticos de estos movimientos. Además, es sintomático que las convocatorias provengan únicamente de unos partidos concretos, sin que otras organizaciones de la sociedad civil sean partícipes -ni sindicatos, ni organizaciones profesionales, ni asociaciones-.
El Partido Popular ha convocado junto a VOX y lo que queda de Ciudadanos, a ir contra el Gobierno del PSOE y sus asociados de Unidas Podemos; con unas propuestas que evocan las de Alianza Popular de los tiempos de Fraga. De hecho, están recuperando las políticas de entonces, y ya no sabemos si lo que nos cae son las cenizas de entonces o la caspa posfranquista que lo enturbia todo.
El ambiente de tensión y las manifestaciones consiguientes, tiene un tufo cincuentañero que pide a gritos películas de un joven Bardem y hasta de Berlanga para reponer en las televisiones. Si el experimento se intentase, ¿cómo reaccionaría la audiencia cautiva de las series, frente a ese cine viejuno pero atrevido para la época? Por otra parte, la literatura y la prensa actual, son tan dependientes de los partidos políticos que solo opinan en función de lo que les dictan desde las cúpulas doctrinales. ¿Hasta cuándo seguirán con su arrodillamiento empresarial?
¿Amar es para siempre?
Las productoras de televisión españolas ya entraron hace tiempo al juego global de producir series. Incluso han rescatado algunas veteranas como “Cuéntame cómo pasó”, que lideró la audiencia durante décadas. Entre unos y otros, es innegable que quieren devolvernos al tardofranquismo y la transición democrática. Como si la Historia española se hubiera paralizado y estuviéramos dando vueltas a las mismas cuestiones eternas.
Y lo grave de esta situación es que el fanatismo asoma la oreja y el clima se enrarece y se obstina, adquiriendo tintes turbios y revueltos, como en las épocas prerrevolucionarias de los años treinta del siglo XX ¿Seremos capaces de atajarlo? Ahí sí que tenemos argumentos para nuevas series. Pero deberían ser autocríticas con el pasado y el presente, para ayudarnos a entender lo que nos está pasando y cómo se está manejando desde las instituciones. En otros países europeos y americanos ya lo están haciendo.
Se han propuesto revisar su Historia reciente -las decisivas décadas de los años veinte y treinta del siglo XX- con documentación rescatada y nuevos informes. Aunque no quieran sacarlo a la luz, hay ya mucho camino recorrido en estos temas en España. Así que, manos a la obra y a desempolvar las referencias aprovechables. Luis-Lorenzo, ciudadano absorto en Madrid. Junio de 2021