2020: La huella de un año funesto

2020

Recordaremos el 2020 con pesar y abatimiento, por todo lo que nos trajo vinculado a la pandemia del coronavirus, cuyos orígenes endosamos a China y su ciudad de Wuhan.

Los millones de fallecidos por contagio de la Covid-19 son un dato tan abrumador, que nos deja anonadados, pues ya se cuentan más muertos que en la Segunda Guerra Mundial.

2020, también fue el año que ascendió en Brasil un gobierno retrógrado, manejado por el inefable Bolsonaro, a las órdenes de su modelo estadounidense Donald Trump. Y las sacudidas de ese viraje ideológico, repercutieron en todo el cono sur: Bolivia, Venezuela, Perú, Colombia, Ecuador y la misma Argentina, se vieron afectados por los impulsos reaccionarios que llegaban desde el enorme país de la samba.

Todos los meses hemos asistido a movimientos instigados por la CIA para desestabilizar el continente y mantener el control norte-sur. Incluso potencias mundiales como Rusia, Irán o China tuvieron que intervenir en los conflictos, con envíos de petróleo a Venezuela por ejemplo, para respaldar al Gobierno de Maduro frente a la presión de EE. UU. Las amenazas del Presidente Trump estaban en cada orden del día, con la posibilidad velada de una invasión militar.

Las reacciones Sudamericanas en 2020.

EE. UU. justifica esta crispación acusando a Venezuela de ser un elemento perturbador de su esquema previsto y de no seguir sus orientaciones internacionales. Han utilizado la ‘Organización de Estados Americanos’ (OEA) en su propio beneficio, destruyendo asó su sentido originario como agente mediador y neutral. 

Se ha prolongado el aislamiento de Cuba -traicionando las promesas que hiciera en su momento Obama- y las conspiraciones militares en Ecuador, Bolivia y Perú han provocado golpes y contragolpes, cambiando sus gobiernos según las preferencias del amo dominante.

A esta política agitadora en el continente sudamericano, ha contribuido también -sin que sea comprensible- la actitud de la Unión Europea, que ha sido incapaz de diseñar una política de colaboración con aquellos países convulsos, diferente al seguidismo estadounidense.

Han condenado las medidas de políticos electos, como las del Presidente Maduro de Venezuela, mientras apoyaban a líderes autoproclamados como Guaidó. Igual que le sucedió al expresidente Correa en Ecuador o a Evo Morales en Bolivia.

La posición de Europa y su papel también ha sido determinante.

Europa, según proclama el portavoz español Josep Borrel, apoya a los gobiernos constituidos, aunque debían pararse a considerar quién está en realidad detrás de esas nuevas promesas.

Da un poco de vergüenza contemplar las noticias en la televisión, y advertir el tono sesgado y sectario con que se distribuyen las informaciones sobre esos países. Tomando una postura torpe y arbitraria.

Otro país implicado en estos conflictos es Colombia, fiel cumplidor de lo que diga Trump, que acude siempre que sea necesario para atacar a Venezuela. Su rival eterno. Por lo tanto, entre Brasil, Perú, Ecuador, ocasionalmente Bolivia y Colombia se mantiene un cerco a Maduro y su gobierno bolivariano. En continuo aislamiento de su entorno natural.

Mientras tanto, en España se ha jugado la baza de Guaidó, títere de Estados Unidos. Que también ha sido patrocinado en Europa por determinados dirigentes durante el año 2020, y del que no se sabe en realidad casi nada a ciencia cierta.

La postura española no se ha visto con buenos ojos desde Suramérica, sobre todo teniendo en cuenta que el pueblo español lo suscribe, debido al relato extendido por los cientos de venezolanos emigrados por estar contra el régimen. 

Desconcierta la política europea, y más aún la española, que sin comerlo ni beberlo ha secundado levantamientos reaccionarios en aquellos países, en defensa de la libertad y la democracia, cuando en su mayoría son conflictos que no se han molestado en comprender.

¿No sería más acertado dejar que el Sur continente americano asediado sea quien resuelva por sí mismo las alternativas más viables y populares? Hay que respetar las votaciones de estos pueblos. Sean o no de nuestro agrado. Y nosotros así lo creemos.          

Luis-Lorenzo, seguidor de la Política Iberoamericana.

Madrid, enero 2021. 

Staff Reporter

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